15 dic 2011

La casa de Roberto Innocenti y J. Patrick Lewis



¡Hemos vuelto! En primer lugar, quisiéramos agradecer -es que somos muy educadas- la buena recepción que nos habéis brindado. ¡Merci beaucoup! Que majos sois. Gracias por querernos tanto. Esperamos que os sintáis como en casa, que os arrellanéis en el sofá para leernos a gusto, o lo hagáis de destrangis en el trabajo y os podamos arrancar una sonrisa. Todo este amor puede ser daño colateral de la exposición permanente a la sección de Autoayuda-espiritualidad de la colaboradora librera. No se lo tengáis en cuenta. A lo nuestro.




Llevo una semana en plan buscando a Wally con La casa de J. Patrick Lewis, ilustrada por el grandísimo Roberto Innocenti (ganador de un sinfín de premios, entre ellos el Hans Christian Andersen, que es como el Óscar de la ilustración). El argumento es bien sencillo: la historia de una casa a lo largo del s.XX en la Italia rural. Una simple página que encuadra una casa en primer plano a la derecha en medio de un bosque sin identificar. Es un texto corto y parco, en verso, con distintas referencias a la historia italiana del pasado siglo. Un guión que queda en segundo plano, pues es la misma casa y los múltiples detalles de las ilustraciones hiperrealistas las que cuentan la historia de una saga familiar, donde el miembro principal es la casa, que además es la narradora. Así, presenciaremos su renacer hasta una segunda decadencia al morir la viuda, experimentando tiempos de bonanza, la partida del marido a la guerra; la emigración de los hijos a la ciudad, el abandono y, de nuevo, el segundo renacer cuando al final la transforman en un lujoso chalet. 


Una historia costumbrista, que puede leerse en pocos minutos, o en la que uno podría detenerse durante horas escudriñando detalle tras detalle. La experiencia que ofrece Innocenti me recuerda a la que sentí ante los cuadros de Panini, en los que incluso se puede apreciar la espuma de una jarra de cerveza diminuta. Un artista minucioso con una maestría ejemplar. La misma escena siempre distinta: rostros que ríen, lloran, tienen miedo; jóvenes ociosos comiendo melocotones o tocando la guitarra; el campo nevado, la vendimia, la aparición de los primeros coches en los 60; la joven casada que tiende las sábanas, una puerta de repente marcada con el número 19. Y como siempre lo que le queda, como la casa misma dice, son la lluvia y el sol. 


La edición en castellano la publica Kalandraka, que también tiene en catálogo las otras obras de este renombrado ilustrador: La historia de Erika, una edición de Pinocho espectacular y la más reciente, una reedición de auténtico lujo de la Canción de Navidad de Dickens. Nosotras le echamos la mano a la edición de La casa publicada en catalán por Símbol Editors, que está traducida por Jaume Subirana. 




Volveremos a hablar sobre Innocenti, lo prevemos, cuando le hinquemos el diente al resto de obras. De momento, os dejamos con algunos detalles de las ilustraciones. Disfrutad: 











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