25 ene 2012

La flor roja de Vsévolod Garshín (ilustrado por Sara Morante)

Una de nuestras ilustradoras españolas favoritas en la actualidad es Sara Morante. Unida a un cuento de Vsévolod Garshín, al que Turguéniev bautizó como su heredero, y por tanto, unida a la mejor prosa decimonónica rusa, podéis deducir que el resultado es una auténtica joya: La flor roja. Edita Nevsky Prospects, que ya es una de nuestras editoriales fetiches. La traductora en este caso es Patricia Gonzalo de Jesús, que ha realizado un trabajo magnífico. 

La flor roja es un relato sobre la obsesión que desarrolla un demente hacia unas pequeñas flores en las que ve encarnado el Mal supremo. Nuestro loco se embarcará en la disparatada misión de destruirlas a toda costa, a pesar de la oposición de médicos, guardas y celadores. Un texto que destila poesía, al más buen estilo ruso, y ese amor por la naturaleza que siempre está muy presente en la literatura de esta nación y que Garshín, a su vez, alaba y pervierte. La naturaleza como aliada y enemiga. Una pequeña flor roja, hermosa, en apariencia inofensiva, que se convierte en el infierno personal del enfermo. Garshín demuestra que la locura puede manifestarse de la forma más inverosímil. 

Sara Morante, con su ya habitual estilo de ilustraciones en blanco, negro y rojo, parece la opción ideal para ilustrar esta obra. Más allá de decir que nos encanta, también añadiremos que la ilustradora ha realizado una gran tarea de documentación y los detalles no son arbitrarios. Si alguien busca el retrato de Garshín, reconocerá los mismos rasgos en el enfermo de Morante. La flor roja es hasta cierto punto un texto autobiográfico: el mismo autor tuvo serios problemas mentales a partir de 1880 y pasó por diversas instituciones hasta suicidarse en 1888. No sabemos si también se consideraba un mártir que debía intentar aplacar el mal de este mundo. Y aunque dejó un legado poco voluminoso (apenas una veintena de historias), su talento innegable se ha hecho un hueco entre los grandes nombres de la literatura. Hay que agradecer a Nesvky que recupere este texto. Quién sabe, si Garshín hubiera tenido otro temperamento, quizá en vez de una troika* decimonónica tendríamos un cuarteto.  Sin embargo, engrosa las filas de los artistas malditos. Nada que objetar, por supuesto, ya que Rusia nos tiene acostumbrada a los héroes trágicos. 


Vsévolod Garshín


*Troika: tres. Tolstoi, Dostoievski y Turguéniev, en palabras de mi amadísima profesora de literatura rusa;  los pesos pesados de las letras rusas del s.XIX, el Siglo de Oro de esta nación. Modo sabihonda OFF. 


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